lunes, agosto 11, 2008

Through Fire and Flames


Cuando pienso en los momentos anímicos por los que vas pasando y te vas desenvolviendo en las cosas, creo que muchas veces las líneas entre el éxito y el fracaso son tan finas y asquerosamente débiles que habría que tener un psicólogo todo el tiempo al lado para poder digerir ciertas cosas y seguir adelante con pocas o ninguna secuela. La creatividad a veces se vuelve algo tan volátil y precocido como otras veces se convierte en el mejor y más apasionante juego del mundo. Encontrar el lugar en la cabeza para digerir tomarlo como un juego, teniendo en cuenta al margen que se trata de un trabajo o en mi caso un proyecto a futuro (espero que muy cercano), hace que se convierta en algo para lo cual hay que intentar madurar. No se si madurar como persona, sino hacer madurar determinadas zonas en la cabeza que te permitan ser como un niño jugando con plasticina sin dejar de lado que también va a ser un trabajo.

La palabra trabajo siempre me dio como un poco de miedo. No porque me de miedo trabajar, sino porque tenía en la cabeza la idea cocinada de que es un cubo en el cual te moves poco o nada. Es irónico que me de cuenta ahora de eso, cuando mi trabajo es como un cubo. Es en el conocimiento de una parte de las cosas que ves que la otra es lo mejor que te puede llegar a pasar en la vida. Es el momento en que te acordás lo que es estar enamorado de algo y es el momento en el que estarías dispuesto a dar muchas cosas por tenerlo cerca.

Nunca fui una persona muy drástica y mis decisiones más dramáticas son tomadas en procesos, de a poco y meditando siempre, pero podría asegurar que estoy enamorado, sin dudas de algo que siempre tuve adentro. Como ser un poco niño aunque sea una parte. Como arrancar el

sistema en Modo a Prueba de Fallos y cargar en el sistema solo las cosas que te sirven. Eso. Amor y ganas de hacerlo. Ahora mismo. No soy muy católico pero, Amén.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

no se...creo que si

Anónimo dijo...

mi trabajo, la mayor parte de las días, consiste en una retahíla de frustraciones encadenadas que parecen no terminar nunca y que me dan ganas de saltar desde el tercer piso de facultad de química. en ocasiones algún accidente provoca un éxito desmesurado que me encarrila y me lleva a pensar que quizás esa sea mi vocación. son los menos de los días. beso fef.

Lou dijo...

Faltó la etiqueta Amor.
Beso