miércoles, diciembre 28, 2011

Sansón


Dice la leyenda que Sansón perdió toda su fuerza cuando le cortaron el pelo. La historia en realidad es mucho más larga (lo hizo por pollerudo, después lo capturaron, le sacaron los ojos y mató a todos cuando le volvió a crecer) pero la síntesis de la misma es esa. Pelo corto, no levanta ni una piedrita. Pelo largo, te caga la vida.
Hoy me corté el pelo.
Siempre odié cortarme el pelo. Digamos que tuve malas experiencias.
Lo que me enseñó el tiempo es que no era culpa de los peluqueros, sino que era culpa mía, de mis cabellos rebeldes. No importaban las indicaciones ni la buena voluntad y la técnica del especialista, el muy hijo de puta no tiene forma, no quiere ni quizo cooperar nunca.
Dándome cuenta de esto un día decidí cortármelo a mi mismo. Si un profesional no podía hacer nada por mi, ¿qué mejor que yo para hacer lo mejor por mi mismo? Vi una tijera y me metí unos tijeretazos. Y la cagué, si, como es lógico. Pero eso no evitó que por un largo período de tiempo, siempre que necesitaba un corte, era yo el que me lo metía. Un kamikaze del estilo. Decí que me precio de bonito, sino sería un causal de suicidio.
Cortarme el pelo siempre me dejó un poco vulnerable. Tal vez como todos, porque digamos que un corte de pelo es una convención social. Es en esos momentos que pienso en todos los microprocesos que se generan y estimulan nuestro relacionamiento. Yo me cohibo de ver gente cuando me corto el pelo. Creo que es el hecho de que la gente no te mira la cara, te mira más las chuzas a ver qué tan bien están.
Como Sansón cuando le cortaban el pelo, su símbolo de fuerza, al ser cercenado hacía que procesos en él le quitaran la fuerza increíble que tenía. Así que no estamos tan lejos de él. El tipo era un coqueto. Imaginate pelado, con el pelo cortado con un cuchillo enfrente a mucha gente y para colmo encadenado. El pibe no quería nada.
Hoy yo no quiero nada. El peluquero me arrancó la cabeza. Mañana va a ser un día complicado. Pasado también. En dos semanas estoy genial.

martes, diciembre 27, 2011

Envidiar no siempre está mal.

La vida parece ser mucho más interesante cuando sabés cómo contarla. Es la permanente sensación que me despierta leer a este señor, Hernán Casciari, un prócer de la literatura 2.0, los blogs. Leerlo me hace dar cuenta de que en muchas ocasiones la envidia sirve para intentar mejorar uno mismo. Hernán te pinta su mundo. Uno en el que te encanta ser un observador y verlo ahí viviendo la cotidianeidad con una elegancia de la cual siento una honesta sensación de envidia.
No siento envidia de la vida de Hernán. Siento envidia de cómo la cuenta.
Escribir como él es una gran meta para cualquiera. Es mi meta hobby para este lugar. 

domingo, diciembre 25, 2011

Verde pero maduro.


Pienso, a modo personal, que a medida que crecés, la madurez en algún momento te tiene que encontrar en algún recoveco de la mente.
Hay diferentes tipos de madurez, eso es muy cierto. Personalmente siento que necesito madurar en muchos temas, pero también soy conciente que no me voy a esforzar mucho en hacerlo. Porque la madurez está bueno que te encuentre de sorpresa. Es como la sensación de cuando estás con tremendo pedo y pensás/decís “opa, me mamé”. Eso es lo que pasa cuando crecemos. No nos damos cuenta que lo hacemos, hasta que nos damos cuenta.
Algo sobre lo que quiero hablar es sobre las conversaciones y las amistades. No sé Roberto Carlos cómo habrá hecho, pero lo único que vengo viendo es que a medida que crecés, la cantidad de amigos cada es más pequeña. Veo a mis viejos y ahora entiendo. Pensaba que eran unos amargos que tenían dos, tres (a lo sumo) amistades por las cuales se preocupan y llaman en Navidad, en cumpleaños y desean desde un lugar honesto los mejores deseos. Y lo que veo es que cuando se llaman, conversan. No, no es obvio, porque conversar es diferente de hablar. Conversar en interesarse por el otro, por su vida, preguntarle, aconsejarle, dar y recibir información para lograr algo más allá de lo que sale de la boca de un individuo. Últimamente he notado que la gente cada vez habla más, pero conversa menos. Personas que se ponen la ficha y arrancan y hablan de sí mismos. Uno meramente oficia como el que dice “Ah, mira”, “Qué bien che” mientras el interlocutor espasmódico se toma segundos para respirar o probar un sorbo de cerveza.
En la medida que hablemos cada vez más y conversemos menos, creo que estamos condenados a ser un individuo estéril con muy poco por ofrecer. Y en cierta medida, los habladores se lo merecen porque cultivan un colectivismo hipócrita, un fantasma de relación, mientras las personas que conversan, más que contar sobre si mismos, aprenden que la vida en sociedad, reducida a la confraternización amistosa, se basa en el interés fuera de nosotros, en aprender de los demás porque si. Y eso humildemente creo que es madurar. 

sábado, diciembre 24, 2011

Un post de Navidad.


De aquellas navidades en las que el corazón te latía con un poco más de ansiedad el 24. En las que esperar un regalo estaba buenísimo. En las que había espíritu.
La Navidad tiene la suerte de tener un efecto de marketing aparejado. Te agarra en épocas de casi vacaciones, donde levantás una copa por cualquier cosa.
En vez de Navidad, este año quiero festejar por mi familia y por mi. Porque están bien. Porque estoy bien. Quiero brindar por las cosas que quiero hacer y todas las que he hecho este año. Porque el año se fue rápido pero no sin sentir cada segundo. Por darme cuenta que estoy más grande aunque eso no quiera decir que estoy más viejo.
Quiero desear paz y buena onda. Que cada uno disfrute su camino sin mirar al de al lado. Que seamos menos egoístas. Que seamos más buena gente y menos interesados.
Para el año que viene lo único que quiero es que metamos huevo. Que lo que amemos lo hagamos cada día mejor. Que deseemos lo mejor sin que quede en palabras. Que no le hagamos a los demás lo que no nos gustaría que nos hicieran. Que todos vivamos felices.

Hay algo que tienen los mensajes navideños que es común. Son palomas. ¿Pero qué otra cosas podemos desear más que lo mejor para los que queremos o uno mismo? La Navidad está en crisis. Que por lo menos la idea de un lugar en el que todo sea superación y buena onda, no.  Feliz Navidad y lo mejor para todos.

viernes, diciembre 02, 2011

Cosas que me hacen sentir bien.

Todos los días lidiando con cosas que no te fumás y viviendo apurado cosas que te hacen bien. Desde una oración hasta un video. De lo más pequeño a lo más grande. Si te hace bien. Disfrutalo.



Meu amor essa é a última oração
Pra salvar seu coração
Coração não é tão simples quanto pensa
Nele cabe o que não cabe na despensa

Cabe o meu amor!
Cabem três vidas inteiras
Cabe uma penteadeira
Cabe nós dois

Estos son mis dedos saliendo a pasear una vez más.

Estoy volviendo.
Pensando que nunca hubo un lugar más acogedor que este para poder ser uno mismo.
Llevando la cuenta y perdiéndola de cuándo fue la última vez que me senté a escribir aquí. Un lugar tan mio como ajeno a esta altura. Pero un lugar mio, que planeo recuperar.

Pasaron años y pasaron muchas cosas. Tantas que hoy creo que soy otro que por el 2006 escribía con ideas hasta más claras que las que me hacen recorrer los renglones en este momento. Por aquellos días el mundo era otra cosa. Estaban la familia, los amigos, la facultad, la novia. Ese era el mundo. Un mundo simple. Había tiempo para pasarse una semana escribiendo lo mejor de uno para poder regalártelo en cada post. Hoy no hay tiempo. Y se extraña de una forma cruel.

En este tiempo pasó una Carrera, algunos familiares que ahora me miran desde algún lugar, unos cuantos premios, una novia que amo, y la sensación de mirar para atrás y pensar lo bien que se siente cuando hacés las cosas porque las amás y querés destacarte.
Este soy al día de hoy y espero que yo mismo me permita volver a escribir en este lugar que respeto tanto como para decidir dejar de escribir si no estoy a la altura de las palabras que me preceden.

No sé si me lee alguien. No es importante. Esto es por mi. Estos son mis dedos saliendo a pasear por mi cabeza una vez más.

viernes, marzo 18, 2011

No sé...

La verdad es que tengo ganas de escribir pero no demasiadas cosas para decir. Es como la sensación de querer decir algo pero no saber bien qué. Eso que pasa cuando deseás tanto concluir uno de esos procesos mentales que te llevan a aprender algo nuevo, pero todavía no se concretó del todo. Porque hoy por hoy las etapas de transición son algo en lo que vivo constantemente. Y se vive en transición porque se vive en movimiento. No tengo tiempo para sentarme a pensar. Y cuando no te tomás un rato para hacer una mínima reflexión, muchas veces terminás metido en dinámicas que son todo menos saludables. Es fácil perderse cuando no frenás para ver los carteles de las rutas. Lo mismo pasa con la gente me parece. Por eso hay vacaciones, aunque debería haber muchas más en realidad.