En el egocentrismo siempre vive un gran inseguro. Lo aprendí esta semana de la forma en que no mucha gente querría experimentarlo. Todo mal, si, es un bajón, pero a raíz de eso, entendí muchas cosas, como que nunca se termina de conocer a las personas, comenzando por mi. La sorpresa también cayó a nivel personal. Me di cuenta que a pesar de eso que todavía sigo trabajando, hay muchas otras que ya son cuestión del pasado. Una de ellas, la necesidad a sentirme aprobado. Si te sentís bien y hacés las cosas mejor, no necesitás que nadie te diga nada para reafirmar ese sentimiento. Disfrutar las victorias, no importa de que tamaño, en el silencio de tu propia satisfacción es un lujo que se pueden dar pocos, porque es algo que no todos pueden hacer. El resto es para sublimar problemitas que se hablan con el psicólogo. Bien yo. Estoy mucho mejor.
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